Su familia se dedicaba a la trata de caballos y cuando se mudan al barrio de Tetuan, Eduardo toma contacto con las constantes trups de malabaristas y saltimbanquis que deambulan por la zona norte de la ciudad y se siente inmediatamente atraído por el espíritu y el ambiente de la farándula y el espectáculo nómada.
Junto con varios amigos descubre un humilde campo de entrenamiento, La Casa de Labor, un solar para caballos situado en La Moncloa y que en realidad se convirtió en cantera de artistas de la época, los “artistas del estiercol”, pues así se conocía al lugar de entrenamiento.
Era el año 1925 y había una verdadera pasión por el circo.Eduardo se enrola con una trup de titiriteros y durante tres años recorren pueblos y ciudades y mientras nuestro protagonista va conociendo los secretos de negocio. Después se junta con el Circo Cortés y es ahí donde comienza a decantarse por el trabajo de payaso con la ayuda de su maestro, Machuca. Más tarde son seis años con el Circo Alegría, justo antes de la Guerra Civil que le pilla en La Línea. A su vuelta a España se ve envuelto en una situación comprometida políticamente, que es resuelta con la ayuda de una marquesa, y una vez regularizada su situación en España, debuta en el Teatro de la Zarzuela en un espectáculo de Juan Carcellé, en el que hacía un número de equilibrios sobre pedestal junto con su hermano. Un número acrobático con algunas pinceladas de comicidad dibujadas por Eduardini.
Su particular lugar reunión fue, durante muchos años, la taberna Madrueño de la calle Hortaleza, donde “los tozudos de la hilaridad”, según el término empleado por Gómez de la Serna, no paraban de bromear y discurrir nuevas maneras de disfrutar y organizar comilonas.
En el año 1947 tiene la idea de capitanear una compañía de enanitos a los que inicia en las artes del equilibrio, la acrobacia y la payasada, obteniendo un éxito inmediato. Comienza a trabajar en el Krone, Knie, Ringling y en el London Casino. Con ellos participa en la película del prestigioso director de cine sueco Ingmar Bergman, El Silencio (1963).
Fuente:www.clubdepayasos.es
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