Frank Brown |
En 1888 Frank deja el Circo de los Carlo y prueba suerte con una compañía propia. Durante la “Revolución del 90” visita y reconforta con sus chistes a los heridos de ambos bandos. La vida lo pone muy duramente a prueba al año siguiente con la muerte de su hijo a la que seguirá la de su esposa Ketty que cae del caballo en medio de un acto ecuestre. Quizás porque la función debía continuar o porque venía acostumbrado a ser maltratado por la vida desde que tenía recuerdos, siguió adelante y decidió probar suerte en una gira por Sudáfrica que termina en un fracaso. Regresó a Buenos Aires donde fue muy bien recibido, recuperó sus afectos, el calor del público y se lo vio muy enamorado de la ecuyere Rosita de La Plata, que será la compañera de su vida. La chica se llamaba en realidad Rosalía Robba, y tenía seis años cuando entrón al mundo del circo vendiendo flores en el Arena, de Corrientes y Paraná y a los 8 pasó a integrar la compañía de Cotrelly recorriendo el mundo durante unos diez años. Volvió siendo una notable ecuyere, aportando a su destreza, mucha simpatía y una “figura atractiva” según los diarios de la época.
Frank logró interesar a un grupo de inversores y tuvo por fin su propia sala, el Coliseo Frank Brown, en las actual Marcelo T de Alvear entre Cerrito y Libertad. El éxito fue total y Frank se lanzó a la aventura de llevar su compañía por los países del Pacífico.
A su regreso la Comisión de festejos del Centenario aportó dinero para que levante un circo en las cercanías de Florida y Córdoba. Frank veía llegar su momento de gloria y se puso a trabajar para que su circo fuera el mejor de Buenos Aires. No contaba con la reacción de los que empezaron a ver con malos ojos la instalación de una carpa popular en un lugar que consideraban propio, exclusivo. Llovieron las críticas desde la prensa de la época y las airadas opiniones de señoras y señores que se adelantaban a los hechos dando por sentado que la zona se llenaría de pobres conociendo la tradición de Brown de no cobrar la entrada a los chicos que no la podían pagar. El ambiente se fue caldeando ayudado por la reacción “patriótica” contra las movilizaciones programadas por el movimiento obrero para la semana de mayo con la idea de arruinarle los festejos a la oligarquía en el poder. Sobrevino una violenta represión y bandas armadas de “muchachos bien” se lanzaron sobre imprentas, redacciones de periódicos y bibliotecas socialistas y anarquistas ante la mirada cómplice de la policía y los bomberos. Algunos de esos malhechores fueron los que le prendieron fuego a la carpa de Fran Brown al grito de “viva la patria” asegurándose de que no quedara nada en pie con la garantía de que las “fuerzas del orden” estaban de su lado. No hubo reacción oficial y las señoras y señores que habitualmente deambulaban por Florida sintieron un alivio, incluso algún diario catalogó el episodio como “una expresión de violencia que no deja de ser simpática”. Duramente golpeado por la barbarie “patriótica” Frank se embarca en una nueva gira por Sudamérica. En 1912 vuelve a las tablas con un éxito importante y el 1917 participa de la película “Flor de Durazno” junto a un gordito llamado Carlos Gardel. En ese mismo año se toma la revancha histórica de levantar en el lugar que hoy ocupa el obelisco un circo similar al que le habían quemado, es el Hipodromme Circus que abrirá sus puertas el 5 de mayo de 1917. Con el progreso viene la piqueta y demolición en 1924 del circo. Ya es un hombre de 66 años y decide retirarse a su casa de Colegiales junto a su querida Rosita quien morirá en 1940. Frank la seguiría tres años después, con él se iba una parte fundamental de la historia del circo y del espectáculo en Argentina.
Fuente: Felipe Pigna
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