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Клоуны Нина Красавина и Марк Городинский
Nina Krasavina & Mark Gorodinsky |
Nina Krasavina y Mark Gorodinsky.
Representaron sketches conocidos (principalmente al estilo de Nikulin), y su actuación dejó mucho que desear. Sin embargo, el ojo experto del director detectó algo singular en la interacción entre los personajes de ambos. Uno de los actores, con cierto parecido a Karandash, le llamó especialmente la atención. Vestuario y maquillaje distintos, situaciones cómicas diferentes, pero la misma espontaneidad infantil, la misma picardía. Este bromista incansable se veía a menudo envuelto en situaciones ridículas y absurdas, pero permanecía impávido, ideando constantemente nuevas bromas.
El concierto estaba llegando a su fin y los artistas interpretaban su último número. De repente, el alegre hombrecillo se quitó la peluca y el traje de payaso, revelando... a una joven y atractiva mujer. En los créditos del concierto televisado figuraban Nina Krasavina y Mark Gorodinsky.
En resumen, N. Krasavina y M. Gorodinsky, artistas del grupo lengradeño «Circo en Escena», fueron invitados a Moscú. Y, por extraño que parezca, el director les exigió primero a los jóvenes intérpretes que olvidaran sus prácticas anteriores. Comenzaron entonces clases de actuación intensivas. Paralelamente, Mestechkin colaboró con los Gorodinsky (la pareja, Nina y Mark, decidió actuar bajo ese nombre) para crear máscaras que evocaran a sus personajes.
Finalmente, un año después, tuvo lugar la tan esperada graduación. Su primer destino fue Kalinin. El director del circo, S. Lebedev, recibió a los Gorodinsky sin mucho entusiasmo. El público de Kalinin ya había visto a O. Popov y Karandash, a Yu. Nikulin y a M. Shuydin. Y allí estaban los novatos... Los propios novatos se sentían mal: pálidos y nerviosos, esperaban entre bastidores su primera aparición en la pista del gran circo.
Tras la actuación de los acróbatas, dos hombres pequeños aparecieron en la pista al son de una alegre polka. Como de costumbre, intentaron repetir el número anterior. No les salió muy bien. El más joven (N. Krasavina) tenía miedo a las alturas y, además, estaba claramente interesado en una joven de la primera fila. El mayor (M. Gorodinsky) estaba indignado y exigía que el número continuara. Discutieron. La discusión continuó incluso mientras se equilibraban cabeza con cabeza. Finalmente se resuelve la disputa y los payasos, aún bailando alegremente, abandonan la arena.
El siguiente número. El payaso mayor ha decidido jugar al gorodki. Coloca una figura de sobre sobre una plataforma rectangular. Pero falta el quinto bloque, así que decide sustituirlo por su amigo, que observa los preparativos con interés. Sin entender lo que ocurre, el amigo acepta. Da igual que el maestro de ceremonias haya prohibido derribar los bloques con un palo: tiene una pistola. Suenan disparos uno tras otro; cuatro bloques han caído. Es el turno del último bloque. Solo entonces el payaso menor empieza a comprender el peligro que corre. Horrorizado, se cubre la cabeza con la chaqueta. El tirador apunta, pero de repente el cañón se desvía y el disparo alcanza a un soldado uniformado que se encuentra cerca. El hombre, indignado, persigue al tirador.
Y en el centro de la arena, el payasito seguía temblando. El inspector se le acercó: «Tranquilo, ya pasó». Incrédulo de seguir vivo, el payaso se quitó la chaqueta; su cabeza era gris. Sin darse cuenta, le dio las gracias al inspector y salió cojeando de la arena con el andar de un anciano. Pero de repente, se arrancó la peluca gris y guiñó un ojo juguetonamente al público: «No soy un cobarde, soy un tipo alegre y bromista, solo les estaba gastando una broma».
El programa continúa. Y tras cada acto, los encantadores payasos reaparecen en la pista. Para estos dulces y divertidos excéntricos, como si experimentaran el mundo por primera vez, nada es imposible. Para impedir que el mayor le dé un ramo a una niña, el menor se come las flores, que, resulta, están deliciosas. Cuando, en medio de una acalorada discusión, uno de ellos «atraviesa» al otro con una escoba y, al comprender la irreparabilidad de lo sucedido, comienza a arrancarse el pelo, y mechones caen sobre la pista...
El momento de la revelación se presenta con sutileza. Los payasos terminan su último acto y hacen una reverencia. Se han ganado el cariño del público, que los aplaude con entusiasmo. Solo en el último instante se descubre que los artistas eran un payaso y una payasa. Los Gorodinsky, los artistas de escena, acaban de dar sus primeros pasos en las pistas de los grandes circos.
Fuente:https:www.ruscircus.ru
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